jueves, 19 de enero de 2012

DOS GENERACIONES ESCRIBEN SOBRE LIMA

De acuerdo con algunas partes de los textos, pero en síntesis interesantes artículos en donde podemos ver algunos problemas que son parte de la vida cotidiana en Lima y César toca el tema del agua que es una profecía que ha empezado a tocar nuestras puertas.


CATEDRA DE LEVANO


Lima es hoy una ciudad de nueve millones de habitantes cuya mayoría proviene de todos los horizontes del Perú. Si algún lugar del Perú es la región de todas las sangres, el crisol de todas las etnias, el cruce de todos los caminos, ese es Lima.


Cuenta la historia que Taulichusco, el último Cacique de Lima, dijo, antes de ser asesinado: “No vamos a desaparecer”. El personaje gobernaba una región florida, un jardín regado por cien acequias labradas por las manos del hombre, una población que ya entonces disfrutaba de la innumerable pesca sazonada por chorrillanas manos mágicas.Mi larga vida me permite recordar una ciudad rebosante de huertos y jardines.


El distrito del Rímac terminaba en Malambo (vulgo: Francisco Pizarro). Yo he visto al río Hablador cuando era transparente y fluía cargado de camarones. Por algo una de las calles viejas rimenses tiene el nombre de Camaroneros. En ese viejo distrito de gente morena los especialistas del ramo eran indios camaroneros.


De Lima a Miraflores se viajaba, en los años 30, en tranvía, lo cual permitía contemplar un área casi ininterrumpida de huertos. Igual panorama verde y florido ofrecía el viaje en tren de Lima al Callao. La Victoria concluía casi en la avenida Manco Cápac.El centro de Lima era –ya no es– de una noble, apacible belleza. Sus casonas, sus iglesias, sus barrios populares donde los negros y mulatos ponían el toque de humor, de risa, sus calles aledañas sacudidas en las mañanas por la sirenas de las fábricas, las campanadas sonoras que entristecían la tarde en la hora del ángelus: todo eso se ha ido.


José de la Riva Agüero, el marqués, denostó “la vil picota del progreso”. casas de belleza antigua, de patios plácidos, de rejas y balcones románticos, se convirtieron en edificios sin alma o en cocheras.


Lima es ahora un mundo complejo, una ciudad de aluvión humano. No hay lugar del Perú donde haya más quechuahablantes que en Lima. Se cumple en cierto modo la profecía de Taulichusco: “No vamos a desaparecer”.


Lima es ahora sí, por el tamaño y la gravedad de sus problemas, Lima la horrible. El mal transporte público, la inseguridad ciudadana, la pérdida de valores, la droga juvenil, nos acosan.Lima es hoy una de las cinco grandes ciudades del mundo amenazadas por la precariedad del agua.


Con la desaparición o merma de los nevados andinos, estamos amenazados de sed.Consume la capital 26 metros cúbicos/segundo de agua por día. La mitad se pierde por fugas, robos y otros desvíos. Una enorme cantidad se convierte en aguas servidas, desagüe y aguas negras, que, debidamente tratadas, podrían servir para el riego.Hoy, casi dos tercios de la población de Lima tienen un promedio de dos horas de agua por día.Lima es, así, ciudad de todas las sangres, de todas las hambres, de toda la sed.


César Levano


18/01/2012

LIMA NO TAN GRIS

477 años de fundación y se la sigue llamando la gris. Lo es, claro, por este cielo nada acogedor que nos acompaña todos los días. Pero, fuera de él, es muy colorida. Puedes viajar de un punto de la ciudad a cualquier otro y toparte en el camino con paisajes urbanos diametralmente distintos, con miniciudades, cada una de ellas con demandas muy particulares y con necesidades diversas.


Con preferencias musicales disímiles y, en ciertos casos, con silencios elocuentes. Puedes incluso aventurarte a descubrir qué clima hay en cada espacio de Lima porque nada garantiza que si por tu ventana viste sol, más allá no te mueras de frío o te asalte la neblina. Puedes encontrarte también con maneras de hablar diversas. Es común, por ejemplo, que en ciertos distritos donde migrantes del interior del país han hecho de Lima su espacio, el castellano andino tan rico (y a la vez tan maltratado por ciertos talibanes del lenguaje) sea una constante.


Por otro lado, en algunas playas encontrarás un dialecto que aún no termino de descifrar, donde el lexicón para designar ‘ola’, ‘tabla’, ‘tráfico marino’, ‘hora de almorzar’ ‘excelente maniobra’, etc. es una mezcla de inglés, castellano y mucha creatividad (como dirían ‘es de la witch’). Puedes encontrar los mejores anticuchos en una carretilla ubicada al azar y el mejor pisco sour en la casa de una amiga (me ha pasado).

Puedes toparte con la intolerancia personificada en una calle cualquiera, con la sinvergüencería máxima en el cruce de dos avenidas o en un semáforo pasado por alto por default. Puedes cruzarte con los que juegan golf y los que arman su pichanguita en las lozas de la costa verde en cuestión de minutos. Puedes sorprenderte con el joven que ayuda desinteresadamente a una señora anciana a cruzar la calle y tratar (a veces sin éxito) de hacer entender a otro que ceda su asiento en una combi a una señora embarazada.


Puedes descubrir tus habilidades de contorsionista a las 6pm en una couster que va por la Avenida Javier Prado y también poner a prueba tu serenidad cuando te aguantas el puñetazo que querías mandarle a quien por la ventana de su auto lanzó a la pista un paquete de galletas. Puedes toparte con el policía que aprovecha para cobrar coima, sobre todo en fiestas, pero también con los otros tantos que nunca aceptarían una. Puedes encontrarte con los taxistas que entienden lo que significa el verbo “regatear”, para alivio de tu bolsillo, pero también con los que detienen el tráfico para conseguir a un pasajero aún cuando éste no ha dado señas de querer abordarlos.

Por ser mujer, nos topamos con una serie de reglas absurdas y tácitas como “nunca pases delante de una construcción”. Sí, una se topa con cireos gratuitos y muy machistas en cualquier lugar de esta ciudad.


Te encuentras también con una serie de locales que sin vergüenza se atreven a poner carteles que dicen “se reserva el derecho de admisión”, como si admitir a alguien fuera un derecho del local y no nuestro. ¿Acaso no es nuestro derecho ser admitidos a donde queramos? Te encuentras con muchas madres que son padre y madre al mismo tiempo y que trabajan todo el día para que a sus hijos no les falten útiles escolares. Claro, del otro lado, te encuentras también a familias abandonadas donde los hijos no lo son nunca y subsisten refugiándose en las drogas, alcohol y pandillas.


Te golpea también la historia de Juan, un buen amigo que ha luchado toda su vida por estudiar mientras trabajaba y que, pasado algún tiempo, ha cambiado esa cara de esperanza por una de agotamiento: “de qué sirve si acá todo es vara”, me dice. Pero al mismo tiempo, te topas con todos aquellos que siguen viniendo optimistas a la capital a construir un “futuro mejor” (sic).


Porque con sus contradicciones a veces insoportables, Lima sigue siendo una ciudad de oportunidades. Y es que a Lima no hay que endiosarla, hay que quererla así como es. Acá se mezclan la indignación y la sonrisa, la terquedad y la tolerancia, la sinrazón y la reflexión. Mi Lima, la que conozco hace años, no es tan gris. Es, por el contrario, muy colorida. Es una ciudad que hay que vivirla profundamente y, ojalá, todos lo hiciéramos para mejorarla. Así, tal vez en un futuro, no sólo se la viva (o sobreviva), sino también se la disfrute.
Feliz aniversario, Lima.


Laura Arroyo



No hay comentarios.: